
UN ICONO MONTUVIO
Unos
dedos hábiles, un puñado de hebras de paja toquilla, y sobre todo paciencia,
son los ingredientes para confeccionar los tradicionales sombreros de paja
toquilla.
La
historia de este saber ancestral hoy en día sigue teniendo las más finas
tradiciones.
Hector Alarcón es quien madruga cada día
para comenzar a tejer temprano, antes de que aparezca el calor, pues en el cantón manabita
Montecristi, donde vive y trabaja este artesano, la humedad hace más intenso el
calor de los veintidós grados
centígrados de promedio que se registran en la zona.
El
sombrero, icono emblemático del montuvio, fue declarado por la UNESCO
patrimonio cultural inmaterial de la humanidad en 2012, se conoce en muchos
países como sombrero panamá o panamahats, pero se confecciona en ecuador, en
las zonas de Manabí, Azuay y cañar, donde se cultiva la cardulovica palmata,
nombre científico de la paja toquilla, una herbácea relacionada con la palma y
conocida también como ¨jipijapa¨.
En
la tienda modesto hats, en un sombreado rincón del patio trasero, Héctor se
aplica a entrelazar la finas hebras entre si para ir dando forma al sombrero,
cuya confección requiere de una paciencia casi infinita, ya que hacer un
sombrero puede durar hasta tres meses.
Como
a casi todos los artesanos que se dedican a la confección de este arte
manabita. En ecuador casi nadie lo llama panamá a estos tocados, que son
confeccionados en algunas provincias de ecuador, aunque no en todos los
talleres se elaboran sombreros finos como los de Héctor, que trabaja en
silencio, sentado en una banqueta y acodado sobre sus piernas. Por otra parte
cuanto más puntas queda las fibras y más pequeños son los orificios entre ellas
al final del proceso, más fino es el producto acabado, más elevado es el precio
del producto.
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