domingo, 12 de julio de 2015



UN ICONO MONTUVIO


Unos dedos hábiles, un puñado de hebras de paja toquilla, y sobre todo paciencia, son los ingredientes para confeccionar los tradicionales sombreros de paja toquilla.
La historia de este saber ancestral hoy en día sigue teniendo las más finas tradiciones.
Hector Alarcón  es quien madruga cada día para comenzar a tejer temprano, antes de que aparezca el  calor, pues en el cantón manabita Montecristi, donde vive y trabaja este artesano, la humedad hace más intenso el calor de  los veintidós grados centígrados de promedio que se registran en la zona.
El sombrero, icono emblemático del montuvio, fue declarado por la UNESCO patrimonio cultural inmaterial de la humanidad en 2012, se conoce en muchos países como sombrero panamá o panamahats, pero se confecciona en ecuador, en las zonas de Manabí, Azuay y cañar, donde se cultiva la cardulovica palmata, nombre científico de la paja toquilla, una herbácea relacionada con la palma y conocida también como ¨jipijapa¨.
En la tienda modesto hats, en un sombreado rincón del patio trasero, Héctor se aplica a entrelazar la finas hebras entre si para ir dando forma al sombrero, cuya confección requiere de una paciencia casi infinita, ya que hacer un sombrero puede durar hasta tres meses.  

Como a casi todos los artesanos que se dedican a la confección de este arte manabita. En ecuador casi nadie lo llama panamá a estos tocados, que son confeccionados en algunas provincias de ecuador, aunque no en todos los talleres se elaboran sombreros finos como los de Héctor, que trabaja en silencio, sentado en una banqueta y acodado sobre sus piernas. Por otra parte cuanto más puntas queda las fibras y más pequeños son los orificios entre ellas al final del proceso, más fino es el producto acabado, más elevado es el precio del producto.

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